
¿Conoce el concepto psicológico de proyección?
Si es así, probablemente ya conozca los problemas que muchas personas tienden a proyectar en los demás en lugar de afrontarlos ellos mismos.
Lo que es un poco más difícil de manejar es la conciencia de cuándo podemos estar haciéndolo.
A veces es posible mirar hacia atrás en una situación con la suficiente distancia mental y perspectiva para identificar los casos en los que se ha proyectado en los demás; donde se puede añadir algo de objetividad retrospectiva a la visión.
Sin embargo, es mucho más difícil mantener esta misma conciencia en el momento presente.
Más difícil… pero no imposible.
He aquí algunos consejos que te ayudarán a identificar cuándo puedes estar proyectando sentimientos en otras personas.
Reacciones poderosas
Si te das cuenta de que tienes una reacción instintiva ante el comportamiento de alguien, o si sientes emociones fuertes que parecen salir de la nada, date un respiro y una galleta y comprueba si puedes ser objetivo sobre tus propios pensamientos y reacciones.
¿Te sientes enfadado porque tu pareja pierde el tiempo y es perezosa?
Vale, analiza eso por un momento: ¿es porque hay trabajo doméstico que hacer y sientes que estás haciendo más de lo que te corresponde para compensar su supuesta pereza?
¿O es porque se están tomando un tiempo de descanso muy necesario y tú no te das permiso para hacer lo mismo cuando lo necesitas, así que actúas por resentimiento?
A menudo arremetemos contra la gente por comportamientos que no nos gustan, pero también podemos perder la cabeza si hacen algo que nos gustaría hacer, pero que no nos permitimos.
Un ejemplo de esto podría ser condenar a un amigo por comer helado cuando estamos tratando de seguir una dieta.
Puede ser difícil retraerse emocionalmente y tratar de analizar de dónde vienen nuestras reacciones.
Pero si eres capaz de ser honesto contigo mismo sobre el motivo por el que de repente te ha invadido la ira y la frustración, puedes ser capaz de disiparlas con autocompasión y comprensión.
Toma nota de tu cuerpo
A menudo proyectamos cosas en los demás cuando tenemos ira reprimida, culpa, vergüenza u otras emociones que nos hemos convencido de que son «malas» y que no tienen derecho a existir.
En lugar de reconocer estos sentimientos y tratarlos de forma saludable y productiva, los reprimimos.
El problema es que esas emociones reprimidas no desaparecen cuando dejamos de prestarles atención.
Las apartamos, en lo más profundo del vacío de nuestro inconsciente, y como no se les permite liberarse de forma saludable, se manifiestan de formas menos agradables.
Puede que te duela el cuello y los hombros por tensar y apretar la mandíbula, o que tengas un dolor de cabeza persistente que no cede.
Utiliza las yemas de los dedos para comprobar si hay tensión en el entrecejo o alrededor de los ojos.
¿Sientes dolor o sensibilidad en esa zona? Es posible que frunzas el ceño mientras duermes y no seas consciente de ello.
¿Has tenido problemas estomacales o intestinales? El estrés retenido en el abdomen puede causar todo tipo de molestias en el vientre.
Insomnio, espasmos musculares, pérdida de la libido, cálculos renales… cualquier número de problemas físicos puede ser causado por una emoción reprimida.
Si has estado sufriendo alguno de ellos, quizá quieras tomarte un tiempo y ser realmente consciente de lo que puede estar causándolos.
Los problemas de salud no surgen de la nada: todos tienen causas, y si puedes descubrir los desencadenantes emocionales o mentales de los mismos, podrás mejorarlos a su vez.
Una persona que se siente atraída por otra persona que no es su pareja puede acusar a dicha pareja de coquetear o de infidelidad, al tiempo que se enfrenta a un bajo deseo sexual o a la incomodidad con la intimidad.
Alguien que condena a otro por sus hábitos alimenticios puede lidiar con problemas gastrointestinales.
Es sorprendente descubrir cómo el estrés emocional y mental puede anidar en nuestro cuerpo de innumerables formas diferentes y empeorar todo.
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Pregúntate si realmente son ellos o tú
Digamos que estás peleando con tu pareja y la acusas de ser pasivo-agresiva o manipuladora.
Cuando las emociones se calientan, las acusaciones pueden lanzarse en todas las direcciones, así que es importante ir a dar un paseo o una ducha o algo para calmarse.
Entonces podrás negociar la situación con calma y respeto.
Mientras te tomas un tiempo para ti, sé muy honesto sobre por qué les has acusado de un comportamiento concreto.
¿Realmente lo han exhibido?
¿O te sientes culpable porque es así como los has tratado, así que lo proyectas en su dirección en lugar de reconocer tus propios defectos?
Una punzada de culpabilidad en la barriga que viene de decir algo que sabes que no es cierto, puede ser un buen indicador de que estás proyectando tu propia mierda en la otra persona.
Normalmente, cuando hablamos de algo que suena a Verdad, nos sentimos completos y seguros de lo que estamos discutiendo.
Nos sentimos bien al mencionarlo, y después de discutirlo con otra persona, sentimos una sensación de «rectitud» o un aligeramiento del espíritu.
Por el contrario, cuando hablamos de algo que en el fondo sabemos que no es honesto, puede surgir una especie de amargura.
Esto puede manifestarse como una opresión en la garganta, o un tic nervioso, o cualquier tic personal que reconozcas que exhibes cuando y si mientes.
Es muy difícil admitir una falta de honradez -incluso si no es intencionada-, especialmente si te sientes especialmente vulnerable o emocionalmente perturbado.
Pero si te importa la persona con la que estás interactuando, sería bueno respetarla lo suficiente como para reconocer ese comportamiento y asumir tu propia mierda en lugar de arrojarla en su dirección.
Estar presente y atento puede ser de gran ayuda cuando se trata de proyectar: cuando te encuentres enloquecido por algo, devuelve tu atención al momento presente.
Concéntrate en tu respiración y, una vez que te sientas más centrado, intenta determinar -con honestidad- de dónde pueden venir esos pensamientos.
Intenta hacerlo con dulzura y compasión, y perdónate a ti mismo por la pérdida momentánea de la mierda.
Todos nos las arreglamos lo mejor que podemos, pero ser capaces de ser honestos con nosotros mismos sobre nuestras reacciones y comportamientos puede ayudarnos a evolucionar exponencialmente hacia los increíbles y brillantes unicornios en los que somos capaces de convertirnos.
¿No estás seguro de cómo dejar de proyectar en los demás? Hablar con alguien puede ayudarte a manejar cualquier cosa que la vida te depare. Es una forma estupenda de sacarte los pensamientos y las preocupaciones de la cabeza para poder resolverlos.
Un terapeuta suele ser la mejor persona con la que puedes hablar. ¿Por qué? Porque están formados para ayudar a personas en situaciones como la tuya. Pueden ayudarte a identificar cuándo y por qué te proyectas en los demás y proporcionarte técnicas para ponerle fin.