Todo el mundo experimenta el arrepentimiento de vez en cuando.
Tomamos malas decisiones, no estamos a la altura de lo que creemos que somos, no hacemos las cosas que sabemos que debemos hacer o experimentamos una pérdida sin solución.
El resultado es el arrepentimiento, una emoción normal y saludable que nos hace reflexionar sobre nuestro comportamiento y nos proporciona un medio para crecer.
Sin embargo, el arrepentimiento puede ser algo poco saludable cuando no tenemos una forma sana de procesarlo.
En lugar de procesarlo y finalmente dejarlo ir, podemos quedar atrapados en un ciclo de rumiar nuestros arrepentimientos en lugar de sanar y crecer a partir de ellos.
¿Cómo podemos vivir con nuestros remordimientos y convertirlos en una herramienta positiva para sanar? He aquí 7 pasos a seguir.
1. Asume la responsabilidad de cualquier papel que hayas desempeñado.
El arrepentimiento vive en el pasado.
No hay nada que puedas hacer para cambiar lo que ya está hecho.
Todo lo que puedes hacer es intentar reparar el daño que se hizo y trabajar para no cometer el mismo error en el futuro.
Eso es todo.
No suena muy empoderador, ¿verdad?
Suena casi pequeño con la escala y el peso que conlleva el arrepentimiento.
Pero no dejes que esa percepción te engañe.
Aunque suene pequeño, es una de las cosas más grandes que puedes hacer, porque requiere un grado de autoconciencia y aceptación de los propios defectos.
Una vez que hayas aceptado la responsabilidad de tu papel, si es que lo tienes, podrás empezar a mirar hacia adelante.
Para dejar atrás los remordimientos hay que centrarse en el futuro.
Tienes el día de hoy para tomar mejores decisiones, emprender acciones correctas y trabajar para evitar los errores del pasado.
Elegir poner tu enfoque y energía en el hoy significa un mejor y más brillante mañana para ti.
2. Reconoce que la retrospectiva es 20/20.
Una forma fácil de caer en el ciclo de lamentarse es centrarse en lo que habría, debería o podría haber hecho.
Hay muchas cosas que habrías, deberías y podrías haber hecho, pero ¿tenías la información necesaria para tomar una decisión diferente en ese momento?
¿Actuaste de buena fe con la información que tenías de la mejor manera posible?
Tal vez sí, tal vez no.
Y si no lo hiciste, tampoco pasa nada, porque eres un ser humano.
Nadie es perfecto.
Es más, nadie puede predecir cómo serán nuestras elecciones. Los planes mejor trazados pueden quedar destrozados por acontecimientos aleatorios o por otras personas implicadas.
Puedes echar la vista atrás a cualquier situación y saber lo que deberías haber hecho, pero ¿podrías haberlo sabido cuando lo estabas viviendo?
¿Qué decisión habrías tomado en ese momento, sólo sabiendo lo que habías conocido en ese momento?
En muchos casos, descubrirás que habrías tomado la misma decisión porque era la mejor opción que creías tener.
3. Considera qué fue y qué no fue tu responsabilidad.
El arrepentimiento no siempre es algo que se hace en solitario.
Seguro que has cometido algunos errores por tu propia voluntad.
Eso ocurre.
Lo que también ocurre es que nuestras relaciones con otras personas pueden no ser las más positivas ni las más limpias.
¿Lo que lamentas es tu única responsabilidad?
¿Qué papel jugaron otras personas en las acciones que rodean ese arrepentimiento?
Sí, puedes arrepentirte de una relación negativa que tuviste con una persona que no fue amable o buena contigo, pero al menos parte de esa responsabilidad recae sobre sus hombros.
Podrían haber elegido mejores acciones, esforzarse por ser mejores o no causar el daño que hicieron.
Considera si estás llevando o no la carga emocional que le corresponde a otra persona. Si no es tuya, entonces es hora de dejarla.
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4. Abraza el fracaso y celebra el esfuerzo.
Cualquiera que intente algo va a fracasar inevitablemente en ello, tarde o temprano.
Así son las cosas.
Entonces, ¿por qué gastamos tanto tiempo y energía lamentándonos por este hecho?
No se puede conseguir nada sin correr algún riesgo. Y si estás dispuesto a asumir algún riesgo, ya estás por delante de la persona que nunca se levantó del sofá o de los sueños que rebotan en su mente.
Saliste, lo intentaste y fracasaste.
No pasa nada.
El fracaso sólo es realmente un fracaso si no aprendes de él.
Fracasar en algo hoy allana el camino para el éxito de mañana. Aprendes lo que no funciona, lo que puedes hacer mejor, los elementos que te hacen ser quien eres.
Una relación puede fracasar, un negocio puede hundirse, puede que no dediquemos suficiente tiempo a nuestros seres queridos, puede que no nos dediquemos suficiente tiempo a nosotros mismos…
…todas estas cosas, aunque lamentables, proporcionan una mayor comprensión de lo que necesitamos para tener éxito en nuestra próxima aventura.
«¿Por qué?» es la pregunta que hay que hacerse.
¿Por qué fracasó la relación? ¿Por qué se hundió el negocio? ¿Por qué no he dedicado suficiente tiempo a mis seres queridos? ¿Por qué no me doy suficiente tiempo para mí?
Empieza a responder a estas preguntas y podrás allanar el camino hacia tu éxito futuro con la sabiduría que has obtenido de los fracasos y arrepentimientos del pasado.
5. Céntrate en los resultados positivos que hayan surgido de esos momentos lamentables.
Las acciones conducen a reacciones.
A veces las reacciones que experimentamos pueden ser lejanas en el futuro o abstractas.
A veces una acción lamentable puede ponernos directamente en el camino de una acción correcta, permitiéndonos alcanzar un objetivo que buscábamos o encontrar algo que no sabíamos necesariamente que queríamos.
¿Las situaciones que te causaron arrepentimiento te llevaron a algo más positivo en el camino?
Puede ser algo tangible, como encontrar un trabajo diferente o conocer a una gran persona. También puede ser algo intangible, como convertirse en el catalizador de tu propia autorreflexión y superación.
Las acciones lamentables pueden llevarnos a un crecimiento y resultados positivos.
6. Deja que tu cerebro realice sus procesos de afrontamiento del arrepentimiento.
La rumiación es el acto de insistir en las emociones negativas y revisarlas continuamente en tu mente.
Por otro lado, la evitación consiste en no afrontar el problema en su totalidad.
Lo interesante del cerebro humano es que está preparado para procesar y dejar ir el arrepentimiento, si le damos la libertad de hacer lo que necesita.
Eso significa sentir nuestras emociones cuando es apropiado y darnos la libertad de estar tristes, enfadados y sentir nuestro arrepentimiento.
Demasiadas personas quieren evitar cualquier tipo de negatividad.
En cuanto aparece, es una carrera para apartarla de la mente o ahogarla en mecanismos de afrontamiento poco saludables que no dan a nuestro cerebro la oportunidad adecuada para tratar los sentimientos negativos.
El duelo es una respuesta natural y saludable al dolor y al arrepentimiento.
Sí, es malo rumiar, volver constantemente a esas emociones negativas y sentarse en ellas.
En momentos como esos, tenemos que romper el ciclo nosotros mismos, no permitiéndonos pasar una cantidad excesiva de tiempo en ellas.
Puedes detener los pensamientos en bucle cuando se te escapan de las manos dirigiendo tu atención a cosas positivas o divertidas, como ver una película que te guste.
7. Perdónate a ti mismo.
Todo el mundo quiere ser feliz, y todo el mundo ha tomado decisiones de las que se arrepiente.
Todos tus seres queridos, cada persona con la que te cruzas en tu día a día, tus compañeros de trabajo, tus colegas… todos.
Ese peso emocional es una carga increíble que debes llevar contigo a medida que avanzas en tu vida.
Perdónate por ser la persona imperfecta que eres.
Permítete ser más amable y comprensivo contigo mismo.
Haz lo mejor que puedas con tu hoy y tu mañana, porque eso es todo lo que puedes hacer.
Y no pasa nada si las cosas no funcionan. Estas son las historias que iluminan la experiencia humana.
– Última actualización: 11 de febrero de
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